MADRE
Pesa el sudor
que derramaste en mi mente.
Llegaste a mis ojos vírgenes
cuando estrellabas el amor
apegado al sol de tu pecho,
que deshizo temores
cuando pensé que eras Dios.
No supe de tus trémulas manos,
ni de la visión de tus rezos.
Se instaló
con la gracia del tiempo
la luz que admiro en tus arrugas.
Fluyo de mis pesares
invadido de ternura
en la homilía de tus palabras.
Ahora Madre, voy detrás de ti y detrás de mí
escucho pasos…
Alberto Destéphen
Poemario “Palabras con Tierra”
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