FRANK MEZA.
(CULIACÁN, SINALOA. 1979)
ESTUDIÓ LETRAS EN LA UAS.
ES AUTOR DE LA PLAQUETTE "MAR EN SOMBRA"
(H. AYUNTAMIENTO DE GUANAJUATO. 2005)
INCLUIDO EN "LOS LÍMITES ACORDADOS" OCHO POETAS JÓVENES SINALOENSES.
(DIFOCUR, 2000) 1979.
ANTOLOGÍA POÉTICA. (H. AYUNTAMIENTO DE CULIACÁN, 2005)
A FIN DE CUENTOS Y EL HACHA PUESTA EN LA RAÍZ.
"COMPENDIO DE ENSAYISTAS JÓVENES DE MÉXICO" PUBLICADO POR EL FONDO DE EDITORIAL TIERRA ADENTRO.
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Apuntes alrededor de “Sindbad el varado” y “Libro de Ruth” dos poemas capitales de Gilberto Owen. Por: Fran Meza.
Mi motivo para abordar la obra de Gilberto Owen no es que éste haya nacido en el Rosario, Sinaloa. Creo que su lugar de nacimiento es importante para comprender parte de su escritura, pero más allá de cualquier impulso etnocentrista, reconozco en la Poesía de Owen una de las voces más importantes de la tradición poética latinoamericana del siglo XX y, por supuesto, una aduana necesaria para comprender nuestra tradición literaria nacional.
Hace un par de años, el Poeta Tomás Segovia visitó la ciudad de Culiacán con una conferencia sobre la poesía de Gilberto Owen. La conversación fluida, sin reverencias, ni solemnidades, pero con gran conocimiento sobre el tema, me dejó realmente sorprendido.
… El poema cumbre, la pieza mayor de Gilberto Owen se titula “Sindbad el Varado” al igual que sus otros compañeros de generación: Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Jorge Cuesta y Bernardo Ortíz de Montellanos, Owen dejará como testimonio ejemplar de su escritura un poema extenso.
“Sindbad el Varado” es el segundo poema del libro titulado “Perseo Vencido”, y dicho poema lleva como subtítulo “Bitácora de Febrero” Y el poema en su estructura es precisamente eso, una bitácora dividida en 28 días, los mismos que pertenecen al mes más corto del año. El poema tiene dos epígrafes, uno perteneciente a la leyenda de Sindbad el marino, mientras que el segundo epígrafe son versos de T.S. Elliot.
… Toda la bitácora tiene como origen el fracaso amoroso:
Y luché contra el mar toda la noche, desde Homero hasta Joseph Conrad, para llegar a tu rostro desierto y en su arena leer que nada espere, que no espere misterio, que no espere.
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