Evo Morales.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito
con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero
europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas,
a quien nunca autoricé a venderme.millones de kilos de plata provenientes de América. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano ¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo, Evo Morales, prefiero pensar en la menos
ofensiva de estas hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más
que el inicio de un plan 'MARSHALLTESUMA", para garantizar la reconstrucción
de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos
musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros
logrossuperiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del
Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional,
responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente
adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional? Deploramos decir que
no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas
de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de
exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas
de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de
una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto
de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía
barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de
Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y
nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los
intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir
esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos
las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que
los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales
preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado
sólo durante los
últimos 300 años, con 200 años de gracia.
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del
interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer
pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata,
ambas cifras elevadas a la potencia de
300. Es decir, un número para cuya
expresión total, serían necesarias más de 300
cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto
pesarían, calculadas en sangre? Aducir que Europa, en medio milenio, no ha
podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería
tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial
irracionalidad de los supuestos del capitalismo. Tales cuestiones metafísicas,
desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero sí exigimos la firma
de una Carta de Intención que discipline a los
pueblos deudores del Viejo Continente, y que los
obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o
reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago
de la deuda histórica...'
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